sábado, 2 de marzo de 2013

LAS LUCES Y LAS SOMBRAS DE LOS AÑOS 60

Estaba en el aire
Sergio Vila-Sanjuán
Ediciones Destino, Barcelona 2013, 235 páginas.

  

   En las librerías el 12 de febrero, Estaba en el aire es la novela que confirmó la alternativa como novelista de Sergio Vila-Sanjuán, periodista cultural, que debutó el año 2010 en el terreno de la ficción. Un debut quizás tardío y una alternativa altamente exitosa porque se hizo merecedora del Premio Nadal 2013, el decano y uno de los más prestigiosos de los premios literarios que se conceden en España.
   La obra ganadora, Estaba en el aire, es la radiografía de una ciudad efervescente como es Barcelona a comienzos de los años 60. La novela tiene su origen en las historias de la visa social y empresarial que el escritor escuchaba en su casa durante su infancia y adolescencia, especialmente en los recuerdos de su padre, publicista vinculado estrechamente al periodismo.
   Estaba en el aire es una novela coral, la novela de una ciudad que despierta en las vísperas de aquellos “Veinticinco años de paz”. Y amalgama distintas historias bajo el hilo conductor de un programa de radio, “Rinomicina le busca”, que existió realmente y que, emitido desde Radio Nacional de España en Barcelona, buscaba y ponía en contacto con sus familiares a personas desparecidas. El programa radiofónico es el nexo entre esas historias que retratan con fidelidad una ciudad en la que se cruzan dos mundos: el de la gente que hace gala de sus viejos blasones nobiliarios y el de ese mundo moderno y emergente que en la Zona Franca fabrica el Seat 600, impulsado por hombres de negocios que beben whisky, hacen negocios, siguen el órbita del poder, pero miran así mismo hacia delante con dinamismo, creando riqueza, sin nostalgia por viejos resplandores y guiados por una moral sumamente acomodaticia. Es la clase dirigente catalana que acata al régimen franquista. A su lado la sociedad de consumo que se suma al progreso con los tocadiscos Königer, las neveras Kelvinator o los aspiradores Ruton. La ciudad más europea, liberal y avanzada de España con una moral rigurosa de puertas afuera y muy permisiva en las interioridades de la vida familiar. La fidelidad conyugal, a pesar de las leyes que penalizaban el adulterio, especialmente en las mujeres, no es un valor en alza y así, por ejemplo, en el imaginario de las mujeres de la clase alta se veía con buenos ojos que los pelmazos de sus maridos  tuviesen una amante para así no tener que aguantarlos ellas todo el día.
   Las innumerables historias que desgrana Vila-Sanjuán retratan con pelos y señales las luces y las sombras de esta Barcelona de los años 60. Pero entre ellas sobresalen las vivencias de cuatro personajes, cuyas historias se van entretejiendo poco a poco y que convergen en un desenlace cerrado: Juan Ignacio, un joven publicitario que apuesta por el programa  de radio de búsqueda de personas y que en su idealismo cree ingenuamente que aquella sociedad férreamente atada puede cambiar; Antonio Luna, un joven sin pasado que pierde a su madre en la huida a Francia tras la Guerra Civil y que llega  a Barcelona con la esperanza de hallar sus orígenes; Tona, una bella mujer de la alta sociedad, víctima de un marido malvado, a la que todo el mundo ve como mujer “suelta”, bocado apetecible para ciertos círculos sociales llenos de maridos adinerados y que, sin embargo, sabrá jugar muy bien sus cartas; Casimiro, el poderoso industrial, miembro de la burguesía franquista y amante de Tona.
   Todos ellos se mueven en esa ciudad en la que, después del Plan de Estabilización de 1959, empieza a verse cierta luz al final del túnel. En sus días y sus noches se mezclan historias de reencuentros de hijos perdidos en la guerra, relatos de fiestas y lujo mezclados con la miseria de la emigración asentada en el barrio chabolista de Somorrostro y con las sombras del poder que seguían siendo poderosas y alargadas.
   Sergio Vila-Sanjuán traza un lucido fresco de una ciudad repleta de historias con el sabor del pasado en una novela cuyo único fin es el placer de la lectura. El autor, desde el punto de vista narrativo, no pretende enseñar nada. No juega ni se pierde en experimentos e innovaciones formales. Las distintas historias amalgamadas en su novela forman un tejido lineal, ajeno a cualquier complicación formal, pero escrito con la solvencia de quien conoce, a través de los recuerdos de su propia familia, la historia de una ciudad que transita desde los agujeros negros de la miseria a una sociedad de consumo, aún poco abierta, pero sutilmente golfa.

Francisco Martínez Bouzas


Sergio Vila-Sanjuán

Fragmentos

“Hay en el origen de todo, una imagen borrosa. Transcurre el segundo año de la Guerra Civil española. Las baterías del ejército llamado nacional han intensificado su bombardeo sobre una ciudad que demora inútilmente su rendición. Muchos de sus habitantes han emprendido la huida por las estrechas y maltrechas carreteras que llevan hacia la costa o  a la montaña. Entre ellos, una madre que arrastra, como puede, dos niños pequeños que la siguen. Pasa un camión en cuya parte trasera se amontona un grupo de civiles. Se oyen explosiones a lo lejos. Un hombre le grita: «Suba, aquí aún hay sitio», y le tiende los brazos para coger al primero de los dos pequeños. El vehículo ralentiza su marcha. Unos bombarderos se aproximan por el cielo nublado. Más brazos se tienden para ayudar a subir a la mujer y al otro niño, que siguen al vehículo, ahora corriendo. Las bombas están cayendo cerca, el camión acelera. Desde la trasera gritan al conductor que se detenga, pero la situación se ha convertido en un infierno y los aviones ametrallan a coches y personas que huyen. El camión aumenta la velocidad, los ocupantes de la trasera se tiran al suelo, allí cerca está muriendo mucha gente. La madre queda en tierra, con los brazos en el aire y sólo uno de sus hijos con ella. El camión sale de escena.”

…..

“Aquí Tona ha hecho alusión a uno de los mitos familiares de la burguesía barcelonesa, que hacía de las queridas una institución aceptada y hasta fomentada. A principios del siglo XX los industriales emergentes iban con sus esposas legítimas al emporio de la ópera y observaban con prismáticos otros palcos de mujeres sueltas. Un día, la esposa de uno de estos prohombres está escudriñando entre el público y le dice  a su marido: «Mira, por ahí va Fulanita, la querida del industrial Gonyalóns. La verdad Josep, es que es mucho más guapa la nuestra». En el imaginario que acompaña a esta historia se supone que a muchas mujeres de la clase alta ya les iba bien que sus maridos, a quienes consideraban unos pelmazos, tuvieran una amante fija, para así no tener que aguantarlos ellas todo el día.”

(Sergio Vila-Sanjuán, Estaba en el aire, páginas 45-45, 149-150)

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