sábado, 22 de febrero de 2014

"HUÉSPEDES INESPERADOS", EN LOS ESTERTORES DE LA ÉPOCA VICTORIANA



Huéspedes inesperados

Sadie Jones

Traducción de Isabel Margelí

Tusquets Editores, Barcelona, 2013, 322 páginas.



   Con una ilustración de la cubierta (“Evening Wedding on the Balcony”) de Charles Martin que recrea con fidelidad el ambiente en el que Sadie Jones sitúa su trama, Tusquets Editores nos ofrece la traducción española de la novela The Uninvited Guests, la tercera novela de la escritora londinensa Sadie Jones (1967), cuya obra ha merecido elogios tanto de la crítica:“Luis Buñuel en connivencia con Oscar Wilde y Jane Austen” (New York Times Review of Books) como de los lectores. La trama de Huéspedes inesperados traslada al lector a un día de la primavera de 1912. Es pues una novela de época que permite que nos introduzcamos en la vida y en los hábitos de una importante familia británica. Lo que Sadie Jones narra se limita a un único día con su correspondiente noche, en único escenario donde los protagonistas se verán obligados a adoptar importantes decisiones.

   En una breve sinopsis y sin revelar el argumento, se puede decir que la novela nos sitúa, como he dicho, en 1912 y todo acontece en el espacio de “Sterne”, la mansión de los Torrington, una familia acomodada que actúa como protagonista grupal,  que acoge a unos huéspedes esperados, los invitados a una celebración de cumpleaños, y horas más tarde,  a otros huéspedes inesperados, supervivientes de un trágico accidente ferroviario que ha ocurrido en las proximidades. A partir de entonces no solo se ve empañada la celebración del cumpleaños de Esmerald, la atractiva hija de los Torrington, sino que se inicia un complejo juego de secretos y mentiras, de seducciones y situaciones equívocas. Es el momento en el que Smudge, la hija menor de la familia, pone en marcha su plan secreto, ideado a lo largo del tiempo. Y la intriga va creciendo en coincidencia con una formidable tormenta y con la creciente desazón y molestias de los huéspedes inesperados, acuciados por  el cansancio y el hambre, hasta llegar a un desenlace en el que la elegancia y las formas de las clases acomodadas británicas son superadas por las circunstancias.

   Es mérito y acierto de la autora el hecho de situar la trama narrativa en 1912, un momento de cambio, descrito, no obstante, con lenguaje de 2012, y que más de un lector relacionará con la serie “Dowton Abbey”. Sadie Jones, con una escritura a caballo entre Jane Austen, la comedia dramática y la de enredos, plasma con notable fidelidad el retrato de las clases sociales inglesas, los prejuicios de las familias aristocráticas que juegan, sin embargo con las apariencias. Y sobre todo la energía y el acierto con que narra el momento en el que todo salta por el aire hecho añicos. La autora describe con maestría y elegancia, sobre todo, a la familia que se ve obligada  a acoger a los supervivientes del accidente. Con guiños discretos, pero muy elocuentes, Sadie Jones deja entrever que no todo es lo que parece, empezando por la familia protagonista, que no pasa por su mejor momento. Situaciones divertidas, muchas de ellas excéntricas, en especial las protagonizadas por la pequeña Smudge. Y en medio de todo ello, la autora hace crecer hábilmente la intriga hasta llegar ésta a tomar posesión de la trama.

   Estilo muy personal el de Sadie Jones, que sabe adecuar a la época y al contexto en el que se desarrolla la novela. Y una plausible caracterización histórica de los estertores de la época victoriana, o con más exactitud, del período eduardiano, como transfondo de esta novela. Quizás lo menos positivo de esta pieza narrativa de Sadie Jones es la lentitud, el ritmo pausado con el que la autora hilvana y narra la primera parte del libro, en la que apenas ocurre nada; cargada y rebosante además de descripciones demasiado prolongadas y de diálogos insípidos. Pero todo cambia en la segunda parte de la novela, cuando la intriga se adueña del libro y el lector tiene la impresión de que le han cambiado de novela.



Francisco Martínez Bouzas




Sadie Jones

Fragmentos



“Aunque la rugiente tempestad había amainado un poco, la lluvia, más densa si cabe, seguía cayendo en el suelo empapado.

Esa lluvia es la que Patience Sutton contemplaba desde la ventana del dormitorio de su hermano, en el que ambos se habían refugiado, dejando atrás las humillaciones del comedor, para consolarse el uno al otro. No había ni rastro de sus anfitriones; sólo se oían las canciones escandalosas y groseras y los gritos, que ahora resonaban por toda la casa, circulando por los rincones y cornisas junto con el tamborileo del aguacero:

Ven, ven, ven a hacerme ojitos

Allá en el viejo Bull and Bush…

Ernest permanecía con la espalda contra la puerta, por seguridad tanto como por comodidad, y no le pesaba admitirlo. Observaba a su hermana, junto a la ventana.

-Esto es un horror -dijo ella.

-Sí, Es… -él buscó en su corazón lo mejor que pudo- profundamente ofensivo.”



…..



“Smudge seguía en su dormitorio, sin el menor interés por lo que ocurría más allá de la puerta de servicio. Le  traía sin cuidado ver los pequeños catres de las tribunas; no le importaban las almas difusas que erraban, expatriadas, con sus fardos; no le parecía curioso que hasta su madre se hubiera puesto un delantal y hubiera redoblado esfuerzos, junto a toda la familia, para buscarles donde dormir, ni siquiera le llamaba la atención que, anexa a su casa habitual, una cueva iluminada y amplia rebosara de cuerpos y fuese un hervidero de movimientos y pestilente degradación. Lo único que le interesaba era que, al cabo de un rato, el ruido de pisotones por la casa y los gritos ocasionales de ¡«almohadas»! o ¡«cortinas”! se habían extinguido, dejándola en paz. Tenía la Casa Nueva para ella sola.”



(Sadie Jones, Huéspedes inesperádos, páginas 227-228, 275-276

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