viernes, 5 de septiembre de 2014

"AGNÈS", LOS TORMENTOS DE UN AMOR ABSOLUTO



Agnès

Catherine Pozzi

Traducción de Manuel Arranz

Editorial Periférica, Cáceres, 2014, 62 páginas.



   Pocas veces como en este relato, Agnès, su escritura está tan ligada a la biografía de su autora, Catherine Pozzi, una escritora cuya sensibilidad la convierte en el prototipo femenino de la “letraherida”. Por eso mismo es de agradecer la amplia Nota en la que los editores nos informan de las vicisitudes existenciales de Catherine Pozzi (París 1882-1934) en un excelente resumen biográfico, y del origen, del porqué y del periplo editorial de Agnès, publicado en 1927 de forma anónima, firmado únicamente con las iniciales C.K . Solo en 1931, Catherine Pozzi, aquejada por un agravamiento de la tuberculosis, redacta un testamento con un autorretrato en el que Agnès aparece como introducción al diario que escribió desde 1913 hasta su muerte.

   Catherine Pozzi, nació en un hogar acomodado e ilustrado. Su padre, Samuel Pozzi fue un prestigioso cirujano, médico de la alta burguesía parisina y de grandes creadores como Marcel Proust. Su reputación como médico corría paralela a su fama como hombre mundano, con numerosas amantes, entre ellas, Sarah Bernhardt. Murió asesinado por un paciente descontento con la operación de testículos (varicocele) que le había efectuado. El contrapunto que marcó la infancia y juventud de Catherine, provenía de su parte materna: una madre y una abuela, ricas, practicantes de un rígido catolicismo, hecho que originará en la escritora profundas agitaciones religiosas. En 1909 Catherine contrajo matrimonio con el dramaturgo Eduard Bourdet. Un matrimonio desafortunado desde la misma noche de bodas, según parece intuirse en el enigmático Epílogo que Catherine añadió a Agnès poco antes de su muerte. Al año siguiente de su boda nació su hijo Claude Bourdet y la madre contrajo la tuberculosis que la acompañará el resto de su vida. En 1920, y con su matrimonio hecho trizas, conoce al poeta Paul Valery. Se suceden  años de pasión clandestina, violenta, exacerbada porque en el frío y cerebral Valery, cree haber hallado Catherine al Amante con mayúsculas, incluso al mismísimo Dios, cuando ya no creía en el cristianismo de su infancia.

   Dos años más tarde del inicio de su relación con Paul Valery, y ya divorciada de su marido,  inicia Catherine la escritura de Agnès, relato que será publicado en 1927, con un éxito inmediato y dando lugar a múltiples rumores en los cenáculos literarios con relación a su autoría. A pesar del éxito de este breve relato, Catherine Pozzi apenas publicó otros textos literarios. Consagró su vida a la redacción de su Diario. En 1935 se editaron póstumamente seis poemas de la autora (Ave, Vale, Scolopamine, Nova, Maya  y Nyx) de gran perfección formal que han merecido ser antologados en las grandes colectáneas de la poesía francesa del siglo XX.

   Agnès, el relato que nos ocupa, ha dado lugar a múltiples investigaciones. Inspirado sin duda en la novela Los cuadernos de Malte Laurids Brigge de Rainer Maria Rilke, amigo y corresponsal de Catherine, y sobre todo en la figura de Paul Valery en el que Pozzi cree haber descubierto al hombre de su vida (amalgama de gran inteligencia y ternura, igualmente profunda). Pero la pasión se convirtió pronto en decepción y en dolor y esto es precisamente lo que denotan los diversos períodos en los que la obra está escrita.

   Agnès nos presenta  a una joven soñadora y profundamente apasionada, pero que en realidad se sentía trágicamente sola como ha escrito Ph. Lejeune. Es el texto de una mujer en plena crisis de fe que transita desde un descreimiento religioso a otro amoroso, donde la soledad es su único refugio. Escritura pues del yo que camina entre el relato confesional y el diario, aunque desprovisto de cualquiera anotación cronológica. La tonalidad de esta pequeña obra nos remite a la escritura de los místicos, con una profunda pugna interior entre la realidad y los deseos, entre la ciencia y la fe. Y en el centro de todo, el objeto del delirio amoroso: la figura del amante, un Dios que dota de sentido la existencia de Agnès.

   El relato de Catherine Pozzi es una explosión de lirismo; escrito con un tono que nos puede parecer hoy en día plagado de afectación y cursilería. No obstante, el lector puede acercarse a esta brevísima obra viendo en ella el reflejo, no solo de una época, sino la expresión de los tormentos de una mujer que cree ciegamente en el amor absoluto y que al final la cruda realidad la hace explotar.



Francisco Martínez Bouzas



 
Catherine Pozzi a los 18 años
Fragmentos



“Todo ese amor que nadie recoge, ¿Quién sabe adónde va? Yo en cambio te fuerzo a ser antes de tiempo, comprendes, te tengo ya. Cuando llegue la hora, cuando esté lista, con el vestido y el corazón -cuando diga «Ahora, ahora» y tú no vengas (como tantas otras veces en que no has venido)- no dejaré que lo mejor que tengo se disipe en la otra punta del mundo.

Me siento, te escribo, amor, y te lo envío.”



…..



“Amo, amo cuerpos que no he visto jamás.

¿De dónde vienen?

¿Es eso el pecado original?

¿Dónde están? ¿En lo más profundo de mi memoria? ¿Pero qué memoria?

¿Están en el fondo de mi cuerpo. Es como si tuviera unos cuerpos que han amado mi cuerpo en el fondo de mi cuerpo. Todo lo que es grato los empuja contra mí, el viento, la primavera…Me hace sonreír…y esperar…y desesperar.

Amo…amo…No he hecho nada malo. Cuando un hombre guago me mira, yo miro hacia otra parte y se va.

Ay, que se vaya, que se vaya. Hay besos en mis manos y en mi corazón. Que no me toque, soy portadora de Dios. Me doy la vuelta, el hombre se va, adopto una expresión orgullosa.”



(Catherine Pozzi, Agnès, páginas 21-22, 53-54)

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