domingo, 28 de agosto de 2016

"CONJUROS Y CANTOS": CONTRA LOS GRANDES RELATOS, A FAVOR DEL HECHIZO



Conjuros y cantos
Sara Torres
Kriller71 Ediciones, Barcelona, 2016, 77 páginas

   Si es verdad, tal como se ha escrito, que la economía feminista va más allá de la igualdad entre hombres y mujeres, lo mismo puede afirmarse de los diversos niveles literarios feministas, especialmente de aquellos textos LGBT, privados de visibilidad por los poderes ideológicos heterosexuales que han impulsado desde siempre homofobia, misoginia frente a la creatividad que consideraron o consideran contraria al sistema de poder. Dudo mucho que una discriminación positiva, especialmente de la literatura lésbica, sea capaz de arrancar este cerco. Sara Torres (Gijón, 1991) lo ha intentado en La otra genealogía (2014) y, hace unos meses, con Conjuros y cantos. Ambos libros son muestras rompedoras de una escritura poética, de una feminidad contundentemente  combativa, aunque alejada tanto de la algarada fácil como de las palabras golosas, pero como ella dice, citando a Monique Wittig, con otra “otra manera de habitar y pensar el propio cuerpo y el de las amantes”. Sara Torres se  ha propuesto deconstruir del poder, tal como lo entiende Michel Foucault, estrategias como la negación, el silenciamiento para neutralizar la autonomía sexual de las mujeres. Una autonomía edificada no a partir del propio deseo, sino desde el deseo del otro o desde el deseo de ser deseada.
   Parafraseando a Audre Lorde, cabe preguntarse,  ¿es posible crear una poesía feminista desde modelos heterocentrados -heteropatriarcales en su gran mayoría- utilizando los métodos y las formas del lenguaje heredado de los amos? Consciente de que “las herramientas del amo nunca desmontarán su casa” (Marta Segarra y  Angels Carabí), y de que el lenguaje -que es un acto con consecuencias, como señala el texto-poema que abre Conjuros y cantos, Sara Torres pretende romper los pilares y leyes de la estructura patriarcal. Consolidar “la matriz universal” (Judith Butler), subvirtiendo, aunque más en el primer libro, los grandes relatos de la mayoría de los textos sagrados y sus narrativas fundacionales. Sin olvidar que los estudios de bioantropología (Lévi Straus, Serge Moscovici, Edgar Morin, entre otros) han puesto de manifiesto que, en el inicio de la sociogénesis, la casta dominante de primates machos se transforma en la clase dominante de hombres. Una dominación política sobre mujeres y jóvenes que más tarde arraigó con fuerza en la infraestructura de las sociedades históricas y que aún hoy día no ha dejado de ser ejercitada.
   Conjuros y cantos es una exploración de nuevos terrenos, ajenos en gran medida incluso a la poesía homosexual, centrada casi siempre en lo masculino. La autora entiende los textos-poemas del libro como “un recorrido a través de aquello que conecta la escritura poética y el deseo lésbico, entendido como polimorfo y escurridizo a la norma”. Si en la otra genealogía contraponía la “ciudad” a una “isla” habitada  exclusivamente por mujeres, y en la que todo, incluso las divinidades, es femenino; un espacio cercado primordial que da inicio a una nueva genealogía, en Conjuros y cantos se rompen los parapetos de esa sociedad utópica y las amigas han de lidiar en la “ciudad”, en el mundo, el mundo de la arbitrariedad y de los atropellos que se quieren superar. Para ello deberán resistir a lo dado, a la cultura heterosexual-patriarcal heredada. Ellas tendrán que inventar su propio ordenamiento para oponerse a esa ideología, siendo conscientes de que, a pesar de la fuerza del cuerpo, del deseo y del erotismo, nada saben que pueda explicarse. Sin embargo diseñan sus vidas estando juntas y desde la amistad, desde “una ética y una erótica basadas en el cuidar y en el desear el bienestar de la/s persona/s junto a las que caminamos”, señala la autora.
   No será fácil porque, como se reitera en el texto-poema “Ellos me dijeron”, una de las más destacables contribuciones de este poemario, la presión de la ideología heteropatriarcal que semeja tolerante, se hace inflexible cuando se pretende pasar de las palabras a los hechos: “Me dijeron / el hombre y la mujer se buscan y se juntan por naturaleza / gozan el uno del otro / toda mujer se realiza en la crianza lo que tiene de madre / la hace sagrada y distinta a nosotros” (página 64). La misma convivencia entre las amigas está transitada por abusos, celos, caducidad del deseo: “Todos los ríos del deseo conducen al mar muerto” (página 52), porque las amigas son humanas, sujetos de contradicciones y la hipercomplejidad cerebral se halla estrechamente ligada a la irrupción del desorden y a la ubris, la inestabilidad y desmesura pulsional y a la hiperafectividad.
   Un rodaje de desajustes en el que la superación del desorden y de la inestabilidad, así como la resistencia a la realidad dada del imaginario heteropatriarcal vendrá dada por el hechizo: el desarrollo de las relaciones afectivas, la capacidad para amar, sexualidad, erotismo, congelados e una síntesis sublime que será el amor. Mas el hechizo no producirá efectos sobre la realidad, ya que “no depende únicamente del sujeto que lo pronuncia”. Y suele demandar ciertos procedimientos como los conjuros. Especialísima relevancia concede Sara Torres  a los textos-poemas que toman forma de conjuros, a los que siguiendo al filósofo del lenguaje y del conocimiento John L Austin, otorga fuerza perlocucionaria o performativa. Emisiones realizadas con poder hechizante, propias de los conjuros poéticos, ajenas a las instituciones de poder, capaces de hacer cosas con palabras, especialmente cuando el poema es completado por la lectura o el recitado verbal.
                                        
Mensajes homofóbicos en recientes manifestaciones contra la "Ideología de género" en Colombia
  La autora se resiste a considerar sus textos como poemas. Ella piensa en libros-mundo. Una ruptura que hace suya la transgresión posmoderna de los géneros literarios, dando así lugar a una escritura lírica basada en unidades textuales, con amalgama de textos en prosa -prosa poética-, versos alejados de las fórmulas métricas y rítmicas, e incluso alguna página en blanco, el silencio para poder escuchar. Llama igualmente la atención la presencia de un lenguaje propio, un lenguaje inventado, con connotaciones chamanísticas  que pretender convertir en magia la propia palabra; y que tomo la licencia de interpretar como material mítico-simbólico. Así como cierta vulneración de la sintaxis, coherente sin embargo, con el propósito de la poeta de resistencia a la realidad dada y de elaboración de un discurso indudablemente feminista que exige una ruptura de esa sintaxis que es también una forma de poder. A pesar de ello y de la ausencia de separadores, la lengua de Conjuros y cantos es diáfana  y clara, sin giros redichos ni palabras golosas. No obstante el lector no hallará un libro fácil, un lametón o una golosina. Es preciso, para llegar a su esencia, una cierta complicidad con los postulados teóricos en los que se mueve la autora. Pero por eso mismo, Conjuros y cantos estará a salvo de tantas huestes inquisitoriales que, en marchas apoteósicas o amparados en los baluartes patriarcales religiosos, luchan contra lo que llaman “ideología de género”, pero es solo misoginia y homofobia.

Francisco Martínez Bouzas

                                                
Sara Torres
Selección de textos-poemas

“YO ABRO TU PECHO CON MIS DIEZ DEDOS
Yo retiro la presión de las costillas
Hasta que tus pulmones se hinchan con gozo
Aumenten en tres su volumen

El aire que incorporas te hace levitar
Sobre las sábanas
Con la obstinación del corcho
Abandonas el fondo
Te impulsas hacia la superficie

Yo insuflo más aire desde tu ombligo
No cesa esa sed
Algunas burbujas de oxígeno se forman
Desatan tu risa

Ríes voces
Rastreo la genealogía de tus cantos
Yo te pregunto
Tú contestas:
Sobre las voces nada sé que pueda explicarse

Tómalo así por cierto

Tú me recoges y me llamas junto a ti
Diriges mi barbilla e introduces tu lengua
En esta boca de labios entreabiertos
Tú hablas dentro
Tú gimoteas y cantas dentro
Tú contestas:
Sobre las voces nada sé que pueda explicarse

Tómalo así por cierto”

…..

MANAH TIARA APORAH VÍVIRA ANIMARA enseñó a sus hermanas cómo tallar la madera y hacer una canoa  Manah tiara aporah por eso la recuerdan con canciones porque desapareció en el río sobre una brillante embarcación verde y roja  Aporah tiara manah oh mao mana había cortado sus cabellos dejando un mechón que le llegaba  a la cintura  Eh badi odah ma maliba Badi: nombre que recibe el alma de las viajeras Aporah vívira animarah – da omao badi porque enseñó a sus hermanas cómo viajar sobre el agua su alma aún vive en las oraciones Manah tiara la que murió mientras protegía su barca verde y roja”

…..

“Cúbreme los ojos con las manos
(se repite seis veces en el canto)
            Vengo a morir a ti
           Como el río al mar”

…..

CONJURO DE AUSENCIAS

“Ah si tú sabes  Yo tengo la bendición del mediodía
El campo rojo  El campo rojo
Los brazos conjuradores de la Mantis
Ah si tú sabes  Todo lo tengo dispuesto
Las flores del Naranjo
La lentitud de una tarde calurosa ed Agosto
Cuando ya se desploma
Cuando caen rendidas
Cuando  Ah querida
Todo está tan a punto
Todo está para que no vengas
Para que no
Para nombrar siempre el jugo
Sin saber si hubo carne en la fruta”

…..

ELLOS ME DIJERON:
puedes  contar tu historia aquí pero no le hables a las
niñas

puedes amar a nuestras mujeres pero sólo durante el
verano y no has de insistir amando a la misma
demasiado tiempo

te irás  con la caída de Agosto  el invierno es para las
familias

Me dijeron:
el  hombre y la mujer se buscan y se juntan por naturaleza
gozan el uno del otro
toda mujer se realiza en la crianza lo que tiene de madre
la hace sagrada

Dijeron:
nuestras compañeras son fuertes y libres
nos eligen libremente como padres de su prole

puedes dormir junto a ellas una noche pero no la
confundas  no escribas fantasías  no la seduzcas
inventando otros mundos

Dijeron:
ella pertenece a aquí

Luego encendieron las montañas con fuego iluminaron
la noche para ir a buscarme  prepararon una pira con
músicas  llamaron a sus músicas «cantos de liberación»

Entonaron: somos de entre los hombres los justos
Cuidamos de nuestros animales  amamos a nuestras
mujeres

Mientras sola en el costado del río donde antes nadamos
juntas mis brazos se entregaban al aire magenta flexibles
como cañas de bambú muy fino  pasé la noche en el río
y ellos no me encontraron  Mientras yo sonreía  bulto
caliente en el amanecer tranquilo ellos dijeron: la bruja
Había entrado Septiembre y yo todavía estaba allí  iba
Mirando los charcos de lluvia  iba germinando palabras

Ellos dijeron: no vuelvas  has hablado a las niñas
les has contado tus visiones y has buscado con ella la
cuarta noche

no debiste más de tres  te advertimos

Mafdet busto de pantera olor lavanda azucarado
                  la frondosidad me guarda
                         me vela la lechuza
        Mafdet  la bruja conoce y encuentra
                         regresa siempre”

(Sara Torres, Conjuros y cantos, paginas 12, 18, 29, 44, 64-65)

miércoles, 24 de agosto de 2016

"JOYCE Y LAS GALLINAS": LA GAMBERRADA INTELIGENTE Y PROVOCADORA



Joyce y las gallinas
Anna Ballbona
Traducción de María Paz Ortuño
Prólogo de Jordi Gracia
Editorial Anagrama, Barcelona, 2016, 197 páginas

   Joyce y las gallinas es el título del debut en la narrativa de Anna Ballbona; novela finalista del Premio Llibres Anagrama de Novela, publicada ahora en la colección Narrativas hispánicas de la editorial barcelonesa, en traducción de María Paz Ortuño. Un prólogo de Jordu Gracia contextualiza el humor, la mirada furtiva, la parodia como mecanismo de burla de Anna Ballbona, en la mejor tradición humorística catalana, Y a la vez nos ofrece algunas claves interpretativas de Joyce y las gallinas: un acercamiento a la gamberrada inteligente y a “la literatura como modelo moral de vida”.
   Anna Ballbona (Montmeló, Barcelona, 1980) pretende como escritora alcanzar la utopía de llegar a la verdad de las cosas. Y esa verdad de la realidad consiste, según ella misma confiesa, en “despedazar la impostura, la tontería, el quiero y no puedo, la comedia social…”descubrir historias que en un primer momento parecen migajas”.
   La focalización narrativa de  Joyce y las gallinas se concentra en Dora, una periodista que cubre la aburrida información local de Barcelona. Cada día se desplaza a su trabajo en un tren de Rodalies (Cercanías). Intenta hacer llevaderos los trayectos con la lectura. En el inicio de la narración, lo hace con El oficio de vivir de Cesare Pavese. Pero su lectura del diario de Pavese se hace imposible porque la conversación de un grupo de pacientes psiquiátricos secuestra su atención. Ellos han organizado una concentración de energías singulares hablando de suicidios. La protagonista va registrando y tomando nota de los múltiples y absurdos disparates y naderías  que contempla o de los que es testigo al cubrirlos como periodista: proyectos municipales, por ejemplo, sacados por el gobierno de turno como un conejo de la chistera, las peleas familiares en la comida de un domingo... Hasta que llegó un momento en el que las rutinarias estupideces de su trabajo, los temas insubstanciales de los que tiene que escribir, las absurdas reyertas de sus vecinos… le inspiran inventarse un viaje a Irlanda. Y allí, en Dublín, se empacha de Joyce, del Joyce de consumo y delirio masivo. Y tras dos horas de lectura de Finnegans Wake sin entender nada, y unas pintas de cerveza en un pub, un chico bizco le confiesa que se dedica al sublime arte de criar gallina de todo el mundo como animales de compañía.
   Tal revelación gallinácea hace que en el interior de Dora algo se resquebraje,  a la vez que la transporta a una vida nueva. Regresa e incorpora a su vida una moto y decide romper con el canon, no volver a cloquear como pidiendo perdón, decir no al sistema, a lo establecido, no tragar más sapos. Y se pone a correr. Vendrá de inmediato la explotación de una peculiar vena artística. La palanca será Banksy, el famoso artista del street art británico que en medio mundo había dejado sus huellas de crítica social, la bofetada al sistema, la provocación. Sacudida e hipnotizada por el “vandalismo” de Banksy, decide ir más allá, convertirse en una coleccionista de los absurdos sociales que plasma, con garabatos, lemas y plantillas, en las paredes del barrio periférico de los pijos. Las gallinas, como elemento simbólico, tendrán una función primordial “en su camino de imitar el sentido de la justicia, el humor o el comentario social que considera que Banksy imprimía a sus obras” (página 109). Inspirándose en las ratas de Banksy, las gallinas de Dora bordearán la crítica afilada, la gamberrada inteligente y provocadora.
                                               
Graffiti "Tonight the Streets are Ours" de Banksy que remueve la conciencia de la protagonista
 Anna Ballbona concluye la catarsis de su personaje en una tercera parte con una colección  de historias de otros, de los ricos y maniáticos del barrio pijo de Can Besllum. Historias que conoce y en las que participa con las performances de sus gallinas o cortando brotes de geranios y lanzando tarjetas de maestros de vudú al interior de los patios. Algunas son viñetas divertidas que reflejan las vidas -sobre todo las manías- de los ricos del barrio como la del “difunto marido” que escondía sus ahorros en un libro que solo tenía cubierta y título: El capital de Karl Marx. O la del tipo, Alfred, que se masturba en el garaje viendo los vídeos eróticos de las cópulas con su mujer que grababa, sin que ella se enterase, con un despertador grabador cuya naturaleza y manajo solamente él conocía.
   La novela es un entretenido artefacto social -una performance  narrativa, cabría decir- que no solo retrata la transformación catártica de una mujer, sino que ejecuta inteligentemente una crítica radical desde un imaginario anticapitalista, por ejemplo a las manías que son la socialización de los absurdos cada vez más invasores en una sociedad que mira para otro lado para no abrir la caja de los truenos. O los efectos perniciosos de la crisis. En ese sentido, las acciones de la protagonista tienen un efecto liberador para ella y para los sitios donde tienen lugar, incluso para el tipo que se masturba y que la persigue después de la Performance final.
   No cabe duda de que la autora participa en la novela con elementos de su propia biografía, casi siempre autoirónicos, como la referencia al “proyecto de escritora” que estuvo en Ledig House, la residencia de escritores en la que la Anna Ballbona disfrutó de una estancia para escribir esta novela.
   Un estilo de prosa ajeno a academicismos y preciosismos pretenciosos, pero muy trabajado y con presencia del lenguaje de la calle, viste  el espíritu de insurrección de esta novela en la que una gallina “se podía alzar como una renovada creación del pensamiento libre”

Francisco Martínez Bouzas

                                                 
Anna Ballbona
Fragmentos

“En una plantilla recurrente de Banksy aparecían unas ratas diciendo precisamente «Tonight the Street are Ours». Cuando Dora vio el documental enseguida tuvo la intuición de que las ratas significaban para Banksy lo que para ella eran las gallinas. Una especie de elemento mágico que actuaba como llave maestra ante todas las maldades y oscuridades; la coyuntura que desarmaba las hipocresías del sistema, arrancaba las máscaras y pisoteaba las injusticias.”

…..

“No estaba dispuesta a aguantar ni una sola lección de esa gente que iba disfrazada de normales como tú y como yo. Hipsters, pijos, riquillos, progres de salón, marxistas de salón, lenins de salón, derecha por encima de la Diagonal, izquierda por encima de la Diagonal, fantasmones de la doble moral…Dora los llamaba el establishment. Pensamiento petrificado que ni se cantea, era el hecho y la actitud. Una sociedad puritana, en resumen, que no estaba dispuesta a tolerar el camino más largo para volver a casa o la salida distinta por la tienda de regalos. Del establishment, del pensamiento unívoco. Dora tenía una moto. Huía como gato escaldado que del agua fría huye. Huía y lo atacaría. A su manera. Le daba igual si, de entrada, no se entendía del todo. Estaba acostumbrada a que no la entendiesen. ¿La había entendido alguien cuando hacía la gallina? La moto, las plantillas, las tarjetas vudú eran armas cargadas de futuro y de poesía.”

…..

“En principio, este despertador sólo era un juego inofensivo. Se masturbaba en el garaje del patio viendo la grabación de algún hito erótico con su mujer. Esos artilugios tenían una apariencia tan normal que era imposible detectar que estaban grabando. Por tanto, como sólo él conocía el montaje, los coitos que de costumbre eran desganados y rutinarios, él los exageraba. Insistía en embestir por detrás a su mujer para verle la cara que nunca le veía. Tanteó con algún invento sadomasoquista (un látigo, una atadura) y probó una sarta de cremas pringosas y lluvias doradas que su mujer aceptaba, según el caso, con extrañeza, angustia o asco.
Precisamente una de las veces que fue peor, ella retiró la boca de la polla, dando arcadas,  a punto de vomitar. La mujer le lazó con rabia el látigo y el antifaz y Alfred se quedó con el miembro ardiente, a la intemperie también, gimoteando ridículamente, sin placer, con cara de idiota. Cuando volvió a ver las imágenes, la arcada le  vino a él, pero de rabia hacia su mujer por haber roto el hechizo. O por lo que él tenía por hechizo. A partir de aquello, empezó a urdir un nuevo propósito: conseguir mujeres a su gusto para grabarlas en la cama de casa.”

(Anna Ballbona, Joyce y las gallinas, páginas 110, 123, 162)

viernes, 19 de agosto de 2016

"DÍAS CONTADOS": LAS IMÁGENES REALISTAS DE LA MOVIDA MADRILEÑA



Días contados
Juan Madrid
Alianza Editorial, Madrid, 2016, 271 página

   Alianza Editorial ofrece una nueva edición de Días contados, novela publicada por primera vez en 1993 y que ha conocido varias reediciones. También una exitosa versión cinematográfica dirigida por Imanol Uribe, si bien con una trama que difiere en algunos aspectos: Antonio el protagonista no es ningún pistolero de ETA. Su autor, Juan Madrid (1947) es un prolífico escritor de novela policiaca, periodista y guionista de cine y TV. Con días contados aparcó momentáneamente Juan Madrid el género detectivesco y criminal, y sacó a la luz del libro impreso una de sus grandes obsesiones: el retrato social descarnado de un tiempo, en buena medida mitificado: la Movida madrileña de la década de los ochenta, y el “realismo” del enriquecimiento y de la acomodación al poder de muchos “rojos” que habías sido huéspedes de las cárceles franquistas y que ahora, “con la cabeza sentada”, se decantan por enriquecerse.
   El autor deja claro en una nota introductoria escrita para esta edición que todo lo narrado en la novela lo vivió durante más de veinte años en el barrio madrileño de Malasaña, y desde Malasaña y “desde abajo”, metido en el mundo de los explotados, los miserables y la pobre gente que va por la vida a pie, sin futuro ni esperanza. Juan Madrid cuenta pues la Movida madrileña y lo hace, no desde el análisis glorificador, sino desde el realismo de lo que fueron aquellos años. Lo hace en diferido, con una mirada retrospectiva pero llena de clarividencia, sin maquillar la realidad, sin ocultar la mierda, la sordidez y la explotación.
   Por eso, los verdaderos protagonistas de la novela no son los progres, los niños bonitos, los reconvertidos en empresarios explotadores que van pasar una noche de copas con compañía femenina extraída de entre las prostitutas yonquis. Tampoco los que han olvidado sus ideales de lucha contra el franquismo y ahora apuestan por ganar dinero a espuertas, sino los habitantes del subterráneo. Antonio, un fotógrafo que pretende cumplir un encargo de la Comunidad madrileña, una guía fotográfica de la Movida y retratar el barrio de Malasaña, lo que ve en sus calles, plazas, bares garitos; y dos prostitutas de las que se hace amigo, que sueñan con ganar dinero a base de mamadas y de la venta de papelinas de coca en una fiesta de señoritos para la que están contratadas. Y en torno a ellos, una difusa tribu urbana: pringados, camellos, víctimas del caballo o del sida, policías corruptos y vengativos, abogados laboralistas que cambiaron su pasado de lucha política por la lucha por enriquecerse. Los que lucharon contra Franco, a la muerte del dictador, se hicieron lúdicos y ahora se dedican a forrase de dinero. Es la movida de la pasta.
   Lo que nos muestra la novela son los rastrojos más descarnados de lo que fue la Movida. Y lo hace a través de un caleidoscopio y con un personaje central: un héroe, o mejor dicho antihéroe, que instalado en un perpetuo fracaso, aunque bien llevado, quiere hacer el mejor libro de fotos del mundo. Él, con una moral acomodaticia, será el hilo conductor de la trama: él y sus fotos de las amigas prostitutas yonquis a las que retrata en todas las posturas: pinchándose, preparando chutes de caballo, calentando la cucharilla, con la jeringuilla clavada en el cuello, masturbándose en una bañera… Fiestas sórdidas, pero de gente real que su hermano y editor, reconvertido de rojo a aspirante  a rico, se niega a editar porque quiere fotos lúdicas, alegres, no vomitivas. Pero el fotógrafo Antonio lo que hace es fotografiar la vida. Y la vida son tías en pelotas que se hacen pajas, tíos drogándose, camellos cortando la droga y engañando y robando a sus clientes. Esa es la verdadera vida de Malasaña y de tantos otros barrios de Madrid. Fue lo que quedó después de la muerte de Franco, después de la democracia: chicas podridas por la droga que tienen que prostituirse para sobrevivir, gente que no sabe qué hacer ni a dónde ir, atrapados en sus vanos e ilusorios sueños. Ellos son la generación perdida. Morirán muy pronto y nadie contará sus vidas, sus sueños. Ni siquiera registrarán su muerte. Los otro, la gente guapa que había cambiado las chaquetas de pana por trajes de Adolfo Domínguez, serán los grandes explotadores, los que organizan fiestas y orgías.
   Novela intensa, muy dura, mas transitada  por momentos de ternura, como la inesperada y sórdida  historia de amor del fotógrafo y una de las chicas yonquis prostituta. Un amor de desgracias que Juan Madrid sabe retratar con el ritmo adecuado que exige el pasado y el presente de ambos personajes. En definitiva, Juan Madrid escribe con esta novela un buen ajuste de cuentas con la Movida madrileña y la pone en su sitio. Y por eso mismo, Días contados es también una novela catártica.

Francisco Martínez Bouzas

                                                  
Juan Madrid
Fragmentos

“La chica estaba acurrucada en la puerta y parecía dormir. La minifalda vaquera, subida hasta más arriba de los muslos, mostraba el comienzo de una nalgas respingonas, sin bragas, por donde se escapaban pelos negros y retorcidos.
Se detuvo  a su lado, conteniendo la respiración. Las nalgas eran perfectas, blancas. Los pelos parecían hormigas trepando por un montón de azúcar.
Le sacudió el hombro y ella se pudo de pie de un salto. Su sonrisa le abrió la cara.
-Me he dormido -le dijo-. ¿Vives aquí?
-Sí, es mi casa.
-Entonces voy a ser tu vecina. Mi amiga Vanesa y yo hemos alquilado la buhardilla de al lado. Me llamo Charo, ¿y tú?
- Antonio.”

…..

“Vanesa y Lisardo mordisqueaban galletitas de nata que había traido Antonio y veían su televisión portátil.
Ugarte pasaba las hojas de una raída revista Motor 16.
-¡Eh, ahora me voy a quitar la ropa de todo. No os vayáis a poner cachondos ni nada de eso, ¿vale? -dijo Charo.
Antonio hizo un gesto con la mano, como si no le diera importancia, y Charo terminó de quitarse la minifalda y comenzó a extenderse crema por la parte alta de los muslos, el estómago y las nalgas. Cuando terminó se limpió los dedos en el vello del sexo.
Días antes, Antonio había visto asomarse por la puerta del cuarto oscuro a una rata negra y peluda que le había mirado fijamente antes de desaparecer detrás de la cubeta de revelado. La rata tenía el pelaje húmedo y reluciente, como si hubiera estado en el agua. Aquello le hizo pensar en un posible conducto directo y secreto entre las cloacas y el edificio. El sexo de Charo le recordaba aquella rata.”

…..

“Claro, hija, la verdadera Movida duró solo unos cuantos años. Puede decirse que empezó después de febrero del ochenta y uno, cuando se acabó el golpe de Tejero, y tuvo su punto en el ochenta y dos y en el ochenta y tres…y, si acaso, un poco más, pero ya está…Madrid se llenó de galerías de arte, de revistas como La luna de Madrid y Madrid me mata…Era también la época de los fotógrafos y de los animadores culturales, fíjate tú…bueno y de los pinchadiscos. El PSOE copó todos los Ayuntamientos y las Diputaciones en las elecciones del ochenta y dos y se dedicaron a dar dinero y subvenciones a tuti plen…Cualquiera que tenía una idea iba a un Ayuntamiento socialista o a una Diputación y le prestaban dinero a fondo perdido. En realidad la cosa empezó ya a la muerte de Franco, pero en los años ochenta y dos y ochenta y tres…Qué quieres, hija, España se puso de moda en todo el mundo…Bueno, sobre todo Madrid…A mí me han hecho entrevistas de casi todos los lados…Alemania, Francis, Italia. Nueva York…A propósito de Nueva York. Íbamos y comprábamos ropa y discos a cada instante…a ver exposiciones, conciertos. La cultura americana nos flipó.”

(Juan Madrid, Días contados, páginas 22, 55, 237)