lunes, 16 de abril de 2018

EL SUICIDIO COMO VÍA DE ESCAPE


Muros de aire

An Alfaya

Traducción de Moisés Barcia

Pulp Books , Cangas do Morrazo (Pontevedra), 2018, 247 páginas.



    

   Pulp Books, un sello de Rinoceronte Editora, ofrece la oportunidad de poder leer en español esta novela de An Alfaya, publicada originalmente en gallego en 2015. La autora es una narradora que cuenta con una extensa obra literaria. Se mueve con igual destreza tanto en la narrativa dirigida a lectores infantiles y juveniles, como en aquella más propia de personas adultas. Muros de aire es por el momento su última obra para lectores adultos. Y posiblemente su pieza narrativa de mayor entidad, aunque un cierto aire de familia la emparenta  con otras obras publicadas hace ya años, tales como Areaquente o Vía secundaria, esta última una novela folletinesca, pero rebosante de sufrimientos, obsesiones y calamidades vitales. Todos llevamos en nuestro interior obsesiones personales y la autora de Muros de aire no se excluye de tal servidumbre. Ella misma reconoce ser sujeto de manías y dolencias, y en esta novela se propuso dar cuenta de las mismas, que aparecen muchas veces disfrazadas, mas muy presentes como germen de lo que escribe. Una de ellas es el eterno enfrentamiento entre el bien y el mal, que se encuentra en el origen de innumerables conflictos humanos; desde los principios y postulados de aquella secta cristiana fundada por el babilonio Mani y que inquietó así mismo a Agustín de Hipona, hasta tantos altercados y tragedias de nuestros días. Todo eso, esa lucha entre el bien y el mal, lo traslada An Alfaya a no pocas secuencias de esta novela que, si de algo está a años luz, es de la dulzura y de la amabilidad.

   En un tiempo y en un espacio indeterminados, sitúa la autora el núcleo temático de su propuesta narrativa. Una historia de ruindades, horrores, juegos perversos, amores, superaciones y no pocos muros de aire alzados entre varios de los personajes que intervienen en la trama. Muros de aire que se yerguen cuando alguno o algunos de ellos alcanzan situaciones de difícil resolución. Una trama modulada por un dramático tema de fondo: los sufrimientos y amarguras con los que la vida abruma con frecuencia a muchos seres humanos que, víctimas de extrañas vicisitudes o de malos tratos, hallan en el suicidio la huida, la única vía de escape de una realidad nauseabunda e insoportable.

   En Cora, la protagonista principal, que junto con su pareja, recibe el encargo de elaborar un estudio sobre aquellas personas que intentaron o consumaron el suicidio, en paralelo frecuentemente con actos criminales, halla la autora a la investigadora de eses porqués de la muerte o de la premuerte. Pero no es esta una novela sobre el suicidio, a pesar de que su estructura se halle cimentada en once cartapacios suicidas, y la voz narrativa no ahorra profundizar en eses instantes previos al fin voluntario de una existencia y en los oscuros y escondidos impulsos que estallan en la premuerte e impulsan a los suicidas hacia esa caída definitiva.

   Muros de aire es, sobre todo, el retrato del mundo interior de un amplio número de personajes heridos por el sufrimiento, por episodios familiares repletos de mezquindad, de sucesos escalofriantes que suelen desembocar en un desenlace que en nada tiene que envidiar a las tragedias griegas. ¿Con qué escondidos impulsos coquetean aquellos hombres y mujeres tentados y tentadas por la premuerte y que los conducen al fatal final?

   Así pues, en la novela, el lector hallará el vaciado de argucias de víbora, de maldades, de las tan frecuentes soledades en compañía, de recuerdos enterrados en el subconsciente que reviven en los momentos presentes puesto que el pasado siempre pasa factura. Y a la vez que se relata esta presencia del mal y las experiencias de los aspirantes a suicidas, también da cuenta la novela de la historia presente y del pasado de los principales actantes: Cora, Amalia, su madre y la castradora abuela Remedios. Novela pues con el dolor de la vida como tema de fondo, elaborada con una maestría que nos perturba y fascina a la vez de forma contundente.

   Muros de aire es una novela de personajes. Algunos están presentes en todo el relato, otros, de forma especial, ciertos suicidas, cobran vida en sus desahogos / desafíos, en las entrevistas que les hace Cora, para desaparecer acto seguido. Una estructura compositiva equilibrada, rica, quizás compleja mas no ilegible; con el oportuno empleo de frecuentes analepsis, saltos hacia el pasado para descifrar el presente. Un ritmo pausado que, sin embargo se acelera en las últimas carpetas suicidas, momentos en los que la trama adquiere más intensidad dramática y se transforma en un verdadero relato criminal. Una novela, por lo tanto, de suicidas o de pre-suicidas, a veces emparejados con actos criminales, a los que la vida poco les importa.









An Alfaya


Fragmentos



“Todas las mujeres amargadas guardan en el pecho un desamor. Esa es una afirmación poco ingeniosa y, como mínimo, tendenciosa. Amalia podía ser una excepción. De hecho ella trataba de que lo fuera, inventando un mundo a su medida, pero la presencia de Cora suponía un permanente recordatorio de las rémoras del pasado.

Los ojos de Remedios parecían los faros acusadores. Delante de su nieta disimulaba, como disimulaba delante de los Camões, de los Liñares, mostrando un carácter que no tenía nada que ver con la mujer que mangoneaba a todo el mundo dentro de su territorio, manteniendo las apariencias, detestando su casta. De ese modo había ido perdiendo la clientela de la barriada, escarmentada con sus malos modos.”



…..



“Antes de tomar la decisión definitiva de acabar con su vida, en el recorrido vital de de Mauro Luaces había un largo rosario de intentos frustrados, algunos con un fin provocador o experimental sin verdadera intención de que concluyeran en la muerte, pero tampoco excluyendo drásticamente tal posibilidad. Estos primeros intentos nacieron muy temprano, en los albores de la infancia, efectuando juegos rituales en solitario; luego en la compañía de Cora, que curiosamente, a pesar de superarlo en edad, pues los inicios de la pubertad de ella coincidieron con los comienzos de la escuela de él, se dejaba dominar por las obsesiones del chico con extraña sumisión, compartiendo misterios en aquel territorio de penumbras que los acogía a todas horas en el siniestro cuarto de los relojes.”



…..



“La primera obsesión de Mauro durante su recorrido vital fue mantenerse en el umbral de la muerte y jugar a traspasar la línea de vez en cuando. Sabía que su destino sería acabar como siempre había preconizado, es decir, suicidándose. De no hacerlo, sus acciones pasadas carecerían de justificación, y su existencia futura quedaría injustificada. Aquella certeza, en lugar de darle ánimos para poner fin a su tragedia personal, refrenaba su determinación. A medida que fueron pasando los años y quedaban atrás los juegos de la infancia y de la adolescencia, y con ellos sus compañeros insobornables Cora y Arcadio, dos puntales insustituibles, comprendió que quizás resultaba fácil jugar, pero era más complicado ser consecuente con lo teorizado. Aceptar cierta dosis de cobardía para cumplir sus pronósticos no estaba en sus planes. De este modo buscó el contacto con el desconocido a través de la red para que le ayudara a acabar con su existencia, sin atreverse a admitir que la tortura de vivir, en el fondo, era un placer para él.”



(An Alfaya, Muros de aire, páginas 25,73, 177)

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